Es innegable que las relaciones entre padres e hijos sufren muchas transformaciones a lo largo de los años. En la etapa cuando el hijo es un niño pequeño, la madre es lo más importante; necesita abrazos, besos y quiere hacer todo tipo de actividades con ella.
Cuando el niño crece, alrededor de los ocho años, el hijo incluye más a su padre en sus actividades y le gusta realizar actividades con el: salir de paseo, ir al fútbol, ayudar a limpiar el coche, etc.
En poco tiempo, ya el niño comienza a sentir que no necesita tanto a sus padres y alrededor de la etapa adolescente no quieren que lo acompañen, ni que los amigos los vean con ellos. No quieren conversar con sus padres como antes, y generalmente se acercan a ellos cuando quieren algo: dinero, comodidades, etc.
Cuando el hijo es adulto, ya son totalmente independientes y seguramente la relación más cercana es reunirse los domingos para comer o cuando tienen algún problema sentimental o laboral, donde el padre o la madre puedan dar un consejo. Igualmente, si los padres se encargarán del cuidado de los nietos.
Los conflictos entre los padres y su hijo adulto surgen sobre todo por la ambivalencia entre los sentimientos positivos (amor, valores, ayuda, solidaridad, etc.) y los sentimientos negativos (soledad, conflictos, problemas, dejadez, etc.). Los sentimientos negativos pueden aparecer sobre todo en momentos cruciales de la vida, como por ejemplo, la jubilación de los padres, cambios de trabajo, enfermedades, matrimonio o nacimiento de los nietos.
Generalmente, las familias que viven juntas o muy cerca, están más propensas a presentarse conflictos; sobre todo la insatisfacción por el tipo de relación y el anhelo de independencia. Otro problema se presenta cuando los abuelos mayores o por el contrario los nietos pequeños, necesitan de cuidados especiales o mayor atención.
Como resolverlos…
Los padres de hijos adultos, tienen que enfrentar el proceso de envejecimiento, problemas de salud, adaptarse a la jubilación, entre otros conflictos personales. Por tal razón, los hijos deben comprender que sus padres ya no son los mismos que cuando eran más jóvenes, que ya no podrán todo por ellos, y que por el contrario empiezan a necesitar ayuda de ellos.
Por otra parte, cuando los hijos adultos están inmersos en sus carreras profesionales, tienen mayores responsabilidades laborales, además de la crianza y educación de los hijos; también necesitan comprensión por parte de los padres.
Por tanto, como familias deben ponerse en el lugar del otro, ayudarse mutuamente y darle ejemplo a los más pequeños; de comprensión familiar, amor y respeto mutuo. Estos valores les permitirán sentirse bien consigo mismos y hacer sentir bien al otro.
Fotógrafo de profesión y escritor por obligación. Si no estoy escribiendo una foto estoy sacando un artículo.